La escultura surrealista de Maria Martins

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Maria Martins fue la única mujer escultora surrealista brasileña. Afincada en Nueva York y después París, su figura fue clave para entender el vínculo entre los países latinoamericanos, Estados Unidos y Europa en un momento tan controvertido como fueron los años 40 y 50 del siglo XX.

Hace poco conocí la historia de Maria Martins (su nombre real era Maria de Lourdes Alves Martins) de la mano de Estrella de Diego, docente y crítica de arte, y Enriquez Pérez-Oramas, docente y comisario de Arte Latinoamericano en el MoMA de Nueva York.

Maria Martins junto a algunas de sus obras

Maria Martins junto a algunas de sus obras

Maria Martins fue, sin duda, una mujer extraordinariamente moderna, con fuerte personalidad y, sobre todo, determinación. Nacida en el seno de una familia de bien e integrada en la vida política de su Brasil natal, su padre, João Luís Alves, era ministro de justicia, senador y miembro de la Academia Brasileña de las Letras. Su educación vino marcada por lo acomodado de su familia pero también por la cultura que rodeó su vida desde niña.
En 1926 contrajo matrimonio en segundas nupcias con Carlos Martins Pereira y Sousa, embajador de Brasil, cargo que proporcionó a la pareja diferentes viajes y residencias por todo el mundo. Una pareja feliz y moderna, que gozaba de una relación abierta y en la cual Maria disfrutaba de las mismas libertades que Carlos. Es sabido – y tristemente en ocasiones sólo se la recuerda por esto- que fue amante de Marcel Duchamp y, de hecho, fue la modelo de la obra “Étant données” e influyó en la producción de Duchamp.

“Tem cheiro de matto” Madera , ca. 1940

“Tem cheiro de matto” Madera , ca. 1940

Aunque su educación fue rica en cuanto a cultura general, idiomas, literatura y arte, Martins nunca recibió una formación específica reglada. No fue hasta su estancia en París que Maria empezó a interesarse por la pintura y comenzó a recibir clases. Anteriormente sus preferencias fueron la música y la literatura, esta última siguió cultivándola. Más tarde se interesó por la escultura y, en concreto, en materias como la madera o la cerámica y el barro.
En 1939, Maria y Carlos Martins son destinados a Washington D.C. y, más tarde, a Nueva York. Es aquí donde Maria experimenta con el bronce en sus esculturas y lo adopta como técnica predilecta. Además, continúa su formación con Jacques Lipchitz y Stanley William Hayter y establece su estudio en esta ciudad. Es en este momento también, cuando su obra adquiere un marcado estilo surrealista, muy influenciado por los temas mitológicos amazónicos y la iconografía religiosa y selvática, temas que habían sido recurrentes en obras anteriores pero no de forma tan evidente.

"Boiuna". Bronce, 1942

«Boiuna». Bronce, 1942

En 1942 se inaugura su primera muestra individual en la Corcoran Gallery, en Washington. Un total de dieciocho esculturas donde esas influencias de mitologías amazónicas y brasileñas quedaban patentes a la vez que envueltas en un halo sensual. Escribía la artista en un poema: “Sé que mis Diosas y sé que mis Monstruos / Siempre te parecerán sensuales y barbáricos”.
Sin embargo, la exposición más recordada fue en la Valentine Gallery de Nueva York, en 1943. En esta muestra compartía espacio con obras de Mondrian. La propuesta de Martins giraba en torno a los temas que trabajaba esos años, leyendas selváticas del Amazonas y sus fábulas y religiones. Esta vez, la artista elaboró un minucioso catálogo en inglés donde narraba todos los mitos a los que aludían sus obras, con el propósito de divulgar la cultura brasileña y sus mitos amazónicos. No en vano era embajadora consorte de Brasil.
Esta exposición de 1943 fue un enorme éxito y Martins vendió muchísima obra. No así Mondrian, quien no logró ni una sola venta. Maria, haciendo gala de su responsabilidad histórica y artística para con el artista neerlandés, y su admiración hacia él, decidió comprar con parte de sus beneficios el lienzo “Broadway Boogie Woogie”, por la nada despreciable suma de 800$. No obstante, su intención era donarla al MoMA, museo que amablemente declinó su ofrecimiento. Martins utilizó sus influencias diplomáticas para que el museo aceptara la obra en sus fondos, táctica que surtió efecto.

Piet Mondrian, "Broadway Boogie-Woogie". Óleo sobre lienzo, 1942- 43

Piet Mondrian, «Broadway Boogie-Woogie». Óleo sobre lienzo, 1942- 43

Actualmente, y gracias a la labor curatorial de Enrique Pérez-Oramas, este lienzo de Mondrian se exhibe junto a las obras de Maria Martins que posee el MoMA, reconociendo no sólo la validez artística de Martins sino también su labor histórica en ese momento.
Maria siguió investigando con el bronce y en 1945 creó “Lo imposible”, una escultura de factura absoluta e impecablemente surrealista y de la que existen varias versiones. Una obra que auna prácticamente todas sus influencias: figuras esquematizadas que recuerdan a lo mitológico, una misticidad primaria; la dualidad mujer/hombre y una segunda lectura erótica, como buena surrealista. Una atracción/repulsión hecha escultura y que puede recordar a la performance de Abramovic y Ulay – salvando las distancias – «Breathing In / Breathing Out (Death Itself)» en la que el beso y el intercambio del mismo aire les lleva al desmayo por falta de oxígeno.

"Lo imposible III". Bronce, 1946

«Lo imposible III». Bronce, 1946

A partir de 1947, André Breton, creador del manifiesto surrealista, acogió a la artista como una más y la incluyó en todas las grandes exposiciones que el grupo surrealista realizó.
En 1948 el matrimonio Martins fijó su residencia en París, lo que permitió a Maria sumergirse en las corrientes artísticas y formar parte de las vanguardias europeas. A partir de esta época se acusa la influencia de Brancusi en su producción, con quién forjó una sólida amistad y por quien sentía admiración.

"Huitième voile". Bronce, 1948

«Huitième voile». Bronce, 1948

En 1950 los Martins volvieron a Brasil. Maria, que en ese momento era apreciada en los circuitos artísticos europeos y norteamericanos, no fue recibida con la misma pasión en su tierra natal. Lo erótico en sus obras y los dobles sentidos, incomodaron a la tradicional sociedad brasileña. Sin embargo, poco a poco comenzó a hacerse valer. El momento clave surge cuando se la invitó a colaborar en las primeras bienales de São Paulo. En 1955 fue premiada como “Mejor escultora nacional”. A partir de ese momento los museos brasileños centraron su atención en la artista y comenzaron a dedicarle retrospectivas.
A finales de los años 50 fue una de las artistas que recibieron encargos del gobierno para la ciudad de Brasilia, una ciudad ex nihilo y que necesitaba arte público para sus calles.

"The Road; The Shadow; Too Long, Too Narrow". Bronce, 1946

«The Road; The Shadow; Too Long, Too Narrow». Bronce, 1946

A pesar de que su trabajo fue decisivo en la historia del arte, su nombre pasa desapercibido demasiado a menudo y se la recuerda más por sus amoríos que por sus obras.
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Créditos de las imágenes: postdujour.wordpress.com, www.artmuseumoftheamericas.org, editora.cosacnaify.com.br, www.artnet.com

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