Han pasado solo cuatro días desde que Donald Trump y su fórmula vicepresidencial, el gobernador del Estado de Indiana Michael Pence, ganaran las elecciones por 290 votos electorales, frente a los 228 obtenidos por Hillary Clinton, llegando así a la Casa Blanca con una contundente y cómoda diferencia, que junto al triunfo del Partido Republicano en el Senado (52 senadores republicanos frente a 48  demócratas), y en la Cámara de Representantes (238 representantes republicanos frente a 193 demócratas), le aseguran a Trump una altísima gobernabilidad y capacidad de maniobra para ejecutar sus políticas.Antes de la elección mucho se habló del Estado de La Florida, uno de los 31 Estados donde ganó Trump, pues muchas encuestas ubicaban a Hillary Clinton como la virtual ganadora allí. Sin embargo, otro fue el resultado: pasada la media noche del martes de noviembre, CNN lanzó una “alerta informativa” anunciando que Trump era el seguro ganador de los 29 votos electorales en La Florida, un Estado que siempre ha sido visto como fundamental y definitorio a la hora de competir por la Casa Blanca. En ese momento empezaron a verse las “caras largas” que avizoraban una derrota en las filas del Partido Demócrata.Durante la campaña y prácticamente un mes antes de las elecciones, el hoy Vicepresidente electo Michael Pence, un hombre de 57 años de edad con tres años de experiencia como gobernador y doce en el Congreso de Estados Unidos como miembro de la Cámara de Representantes en representación del Estado de Indiana, manifestó en Miami que de llegar a la Casa Blanca, “la administración Trump mantendría el embargo que por cinco décadas  viene aplicándose contra Cuba, hasta cuando se garanticen reales libertades religiosas y políticas en la Isla”.Este anuncio fue muy bien recibido no solo por los líderes del Partido Republicano en La Florida, sino también por miembros del Partido Demócrata que hacen parte de la comunidad cubana y cuentan con representación en el Congreso, hecho que contrastó con la ausencia de una posición firme de Hillary contra las violaciones de derechos humanos y libertades políticas que continúan presentándose  en la Isla,  circunstancia que terminó afectando su favorabilidad y finalmente la llevó a la derrota en un Estado donde el tema de Cuba “es de la esencia”.A pesar de que en el ámbito de la comunidad internacional se vio con buenos ojos la decisión del Presidente Obama de reestablecer relaciones diplomáticas con el régimen cubano, lo cierto es que existe un gran descontento entre los líderes políticos más influyentes de La Florida, en su mayoría cubanos republicanos, frente a las decisiones de la administración Obama, vistas como “grandes concesiones” al régimen de los Castro, a cambio de ningún condicionamiento o exigencia para que cesen las persecuciones y encarcelamientos a líderes políticos de la oposición, las cuales, como lo afirman con insistencia los congresistas de origen cubano,  incluso han aumentado después de la reapertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.En el día de ayer, Donald Trump anunció que Michael Pence será el líder del equipo de transición para hacer el empalme con la saliente administración Obama, es decir, ha entregado en sus manos la conformación de un equipo que será “el semillero” del nuevo gabinete ministerial de Trump. En este contexto, es de preverse que Michael Pence mire a América Latina bajo el prisma de Cuba, y busque asesorarse de quienes apoyaron la campaña presidencial de Trump en La Florida, entre los que figuran los hermanos Díaz-Balart, de origen cubano, como parte de quienes tendrán gran influencia en la definición de la futura política de Estados Unidos para el hemisferio. Mario Díaz- Balart acaba de ser reelegido a la Cámara de Representantes y su hermano Lincoln, quien fue congresista durante 18 años, son dos de las personas más cercanas al Vicepresidente Pence. Por lo dicho en varias entrevistas ofrecidas por personas cercanas a Trump, incluido Mario Díaz- Balart, se avizora que los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, quienes cuentan con alta credibilidad dentro del círculo cercano a Michael Pence, serán importantes referentes en el diseño de la nueva política exterior de Estados Unidos en la región.Para América Latina, y por supuesto para Colombia, quien sea el nuevo Secretario de Estado, en cuya escogencia el Vicepresidente Pence influirá definitivamente, resulta de la mayor importancia pues marcará la línea y carácter que Trump quiera darle a su política exterior en nuestro hemisferio. Ya suenan nombres como el de Newt Gingrich, quien fuera líder republicano en la Cámara de Representantes, y el de Robert Corker, actual presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, ambos muy críticos de la política exterior de Obama, especialmente frente a Cuba y América Latina.La administración Trump será muy insistente en recuperar el liderazgo que en su concepto perdió Obama en su zona natural de influencia, para lo cual Cuba será un referente fundamental. En esa “recuperación”, el nuevo gobierno de la Casa Blanca planteará una posición dura frente al respeto a la democracia como valor fundamental, por lo cual se prevé un distanciamiento con Venezuela, Nicaragua y la propia Cuba.Así las cosas, será indispensable que el Presidente Juan Manuel Santos redefina las relaciones bilaterales con Estados Unidos, tomando en consideración el “Factor Cuba”, el cual ha sido protagónico en el proceso de negociaciones de paz con las FARC.  En el nuevo escenario, es inevitable reevaluar el papel de Cuba para que no termine convirtiéndose en un obstáculo en la construcción de un nuevo acuerdo de paz. ¿Llegó la hora de “des-Habanizar” la paz? *Ex viceministro de Justicia. Decano de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda.    @ceballosarevalo