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INGRESAR A LA FAC SERÍA UN SUICIDIO

Sesenta y cinco minutos abordo de un Hércules fueron suficientes para que Iván Andrés Quintero Ramírez soñara con ser piloto de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).

Pero de nada sirvieron los 368 puntos en el examen del Icfes, las tres intervenciones quirúrgicas en menos de 20 días y el segundo puesto, entre más de mil aspirantes, en las pruebas físicas y académicas exigidas por la FAC.
La Junta de Selección de la Fuerza Aérea decidió que por ser pobre no tenía derecho a ser oficial.
Ahora la Corte Constitucional le ordenó a la Dirección de Reclutamiento y Control de Reservas de la FAC incorporar a Quintero en el curso de oficiales de 1997 de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez. (Ver recuadro).
Ya no puedo ingresar porque el sueño terminó en pesadilla. Eso sería un suicidio. Sería como enterrarse uno mismo el cuchillo, por cuanto las represalias no se harían esperar , dice Quintero.
Quintero, de 18 años y actualmente estudiante de ingeniería mecánica de la Universidad Nacional, habló con EL TIEMPO para contar los pormenores de la frustrada carrera de un joven que quería llegar a ser comandante de la FAC.
Este diario intentó varias veces obtener la versión del Comandante de la Fuerza Aérea o de voceros autorizados de la institución armada pero no fue posible.
En las nubes
En enero de 1994 Quintero experimentó por primera vez la sensación de volar, al aceptar una invitación de un coronel del Centro Aéreo de Transporte Militar (Catam), lugar donde trabaja el padre de Quintero como conductor.
Fuimos a Tres Esquinas (Caquetá), y durante el vuelo me ofreció ayuda en caso de que yo quisiera ser oficial de la FAC. Así nació la semilla por la aviación militar , recuerda.
A los pocos días ingresó al Instituto Nacional de Educación Media (INEM) de El Tunal para cursar su último grado de educación media.
La física se convirtió en la materia preferida. La osadía del hombre por vencer la Ley de la Gravedad de Isaac Newton fue el combustible que movió a Quintero hacia a la Dirección de Reclutamiento de la FAC.
Simplemente quería saber afirma si era apto físicamente para ingresar. Sabía que en ese momento no contaba con los recursos económicos para ingresar. De todos modos, pasé papeles, pero incompletos, y con justa razón no me aceptaron .
Con el nuevo año llegó el milagro que lo acercó a las filas de la FAC. Una fundación a cargo del sacerdote Humberto Vargas Vargas le garantizó la financiación de la carrera.
Esta vez sí entregué todos los documentos exigidos. Presenté los exámenes académicos, pagué los 130 mil pesos de los exámenes físicos y me sometí en menos de 20 días a las tres operaciones que me recomendaron en la FAC para ser aceptado: Test de columna vertebral, operación de las cordales y la recesión de la fístula preauricular derecha, que me costaron 210 mil pesos , recuerda.
Tan seguro estaba de haberse ganado el cupo en la Fuerza Aérea que todos los días, después de prestar el servicio militar en la Policía, leía y releía el libro de los 75 años de la FAC.
El día del pero
Hasta comienzos de noviembre pasado todo marchaba sobre ruedas, pero llegó el día de la entrevista familiar.
No fueron a nuestra casa, ubicada en el barrio Molinos de la Caracas, en Ciudad Bolívar, sino que nos hicieron ir a la Dirección de Reclutamiento. Las preguntas que les formularon a mis padres no iban destinadas a evaluar el estado emocional de la familia. Todas iban dirigidas a evaluar el ingreso económico , recuerda.
Sin embargo, a la familia Quintero todo le pareció normal. El 7 de diciembre bajó de su barrio con el pálpito de que ese sería el día de su despegue como piloto. Pero el hasta entonces tranquilo y seguro vuelo hacia las alturas se vio interrumpido por un no pasó , comunicado por la Dirección de Reclutamiento.
Pedí hablar con un coronel y me dijeron que no era posible. No demostré dolor. Pero cuando salí de allí lloré como nunca lo había hecho. No me importó ir con el uniforme de la Policía. No me importó llorar en el viejo bus que me llevó de regreso a casa , recuerda.
Se bajó en la Avenida Caracas con calle 48D sur y subiendo la loma que conduce a su casa se encontró con su papá. No me pude contener y lloré en plena calle , afirma.
En horas de la tarde trató de tomar un segundo aire. Se puso su uniforme de policía y se fue a prestar vigilancia en La Terminal de Transporte. Pensaba que hasta ahí había llegado mi vida. Y por primera vez rompí las normas del servicio policial. Me metí a una licorera y me tomé dos cervezas al ver que por uno de los pasillos pasaba un militar y yo ya no podía llegar allá , dice.
Regresé a la casa como a las 10 de la noche recuerda. Mi madre estaba acostada, me sintió llegar y me llamó. No me pude contener y lloré al lado de mi madre. Era duro porque todos me apoyaron y de una u otra manera se había esfumado el futuro de todos y el orgullo de mi papá que muchas veces me dijo: Hijo, usted tiene que ser mi comandante .
Estrategia de guerra
Noche tras noche lo angustiaba pensar en lo que pudo ser y no fue. Llegué a creer dice que mis estudios en la FAC los podía combinar con la ingeniería mecánica o la ingeniería electrónica. Pensaba que si Brasil puede producir el Tucán y Argentina hace lo propio, porqué nosotros no podíamos inventar algo
Como hombre de armas tomar, Quintero interpuso una acción de tutela con el fin de que se le protegieran sus derechos constitucionales a la igualdad y a la educación.
Me di cuente sostiene que la tutela era el camino para ganar. No dije nada en mi casa. Averigé el proceso y una noche redacté la tutela sin que nadie se diera cuenta. Creí que en esta guerra con la FAC iba a ganar una batalla y así quedaríamos uno a uno .
Sin embargo, el Juzgado Tercero de Familia de Bogotá respaldó la decisión de la Junta de Selección de la FAC y negó la tutela.
Lo primero que pensé recuerda fue que ese juez debía vivir de la calle 72 con carrera 15 para allá. Ya no hubo llanto. El cuerpo reía pero el alma lloraba .
Con el apoyo de sus padres abandonó la idea de ser piloto militar y se presentó a la Universidad Nacional para estudiar ingeniería mecánica y a la Distrital para ingeniería electrónica. Pasé en ambas , dice.
Ahora, aunque califica de suicidio ingresar a la FAC, considera que con el fallo de la Corte Constitucional los pobres ganaron una batalla.
Pienso afirma que el magistrado de la Corte Constitucional que revocó la tutela pensó por un momento como persona humilde y así recordó que los pobres también tienen derechos .
La sentencia de la Corte
En la sentencia, la Corte Constitucional acogió la petición de Quintero y ordenó a la Dirección de Reclutamiento y Control de Reservas de la Fuerza Aérea incorporarlo en el curso de oficiales de 1997, en la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez de Cali.
La corporación revocó un fallo del Juzgado Tercero de Familia de Bogotá e indicó que la Junta de Selección de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) violó los derechos a la igualdad, a la educación y al libre desarrollo de la personalidad de Quintero.
Lo hizo, explicó sobre ponencia del magistrado Antonio Barrera Carbonell, al excluirlo del curso de oficiales en razón de sus escasos recursos económicos. Así lo determinó luego de realizar la visita a su residencia.
La Corte recordó que Quintero pasó con excelentes puntajes las pruebas físicas y académicas para realizar su curso de piloto en la FAC.
En criterio de la corporación, la ausencia de recursos económicos de una persona apta no puede ser obstáculo para ingresar a un curso de oficiales en las Fuerzas Militares.
Las Fuerzas Militares, a juicio de la Corte, al pertenecer al Estado, deben crear las condiciones para favorecer el ingreso de aquellos particulares bien capacitados, pero que no cuentan con los recursos económicos.
La exigencia de provenir de una familia adinerada, indicó la corporación, escapa a los fines institucionales que buscan el perfil óptimo de los miembros de las FF.MM., en cuanto a las condiciones intelectuales y físicas.
El derecho a la igualdad explicó un magistrado a EL TIEMPO fue violado porque la exigencia de la solvencia económico, fijada por la Junta de Selección, implicó un trato discriminatorio y desigual para el aspirante .
Tratándose de un organismo del Estado explicó el magistrado, la FAC debe promover las condiciones de igualdad...Es que las personas pagan en las instituciones del Estado cuanto tienen plata, si no deben pagar los que sí tienen más recursos .
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