El abuso sexual en pareja: lo que no queremos ver

El abuso sexual en pareja: lo que no queremos ver

Tantos casos que escuchamos hoy en día de feminicidios perpetrados por la propia pareja, o casos ya ni siquiera de gente en las noticias, sino de amigas, compañeras y familiares que nos cuentan historias de abuso sexual efectuado por sus parejas, y sin embargo seguimos viendo títulos de videos y entrevistas preguntando si existe la violencia dentro de la pareja. Sí. Existe. Se da mucho más frecuentemente de lo que queremos aceptar y no hay mucho que se esté haciendo al respecto.

La Oficina para la Salud de la Mujer define el abuso sexual como cualquier tipo de actividad o contacto sexual en el que la mujer no da su consentimiento, no obstante, el diccionario panhispánico de la Real Academia lo define como “el delito que consiste en atentar contra la libertad sexual de otra persona”. Esta segunda definición engloba cualquier actividad, con o sin violencia física, que se perpetúe sin consentimiento de la persona.

El abuso sexual puede ocurrirle mujeres de todas las razas y, desgraciadamente, de todas las edades, y puede venir de un extraño o de alguien que se consideraba de confianza. En Estados Unidos, 4 de cada 10 mujeres han reportado sufrir algún tipo de abuso sexual por parte de su actual pareja o de alguna expareja. Hoy en día se da incluso en forma de abuso digital. Aun así, estudios muestran mayor prevalencia de abuso sexual por parte de la pareja sentimental en las mujeres que se encuentran entre 26 y 29 años que en mujeres más jóvenes, probablemente porque a mayor edad, hay una mayor exposición a sufrir violencia sexual en el noviazgo.

Frecuentemente (aunque no siempre) en los casos estudiados la violencia dentro de la pareja va en aumento, es decir comienza ordinariamente con violencia verbal o con golpes o bofetadas, violencia que va en aumento antes de convertirse en abuso sexual.

El abuso y la violencia sexual tienen su fundamento en la asignación de roles, en la desigualdad de género y en el otorgamiento social de un valor superior a lo masculino, todo esto englobado en una cultura mundial de prácticas machistas, aún después de décadas de estar luchando por que deje de ser así para poder ver a todos los seres humanos con el valor y el respeto que merecen.

En América Latina ha habido en los últimos años ligeros intentos por apoyar a las minorías abusadas, pero aún no es suficiente. En México, como parte de las buenas intenciones que se tienen a este respecto, existe la Encuesta Nacional de Violencia contra las mujeres y la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, que permiten estimar más adecuadamente la prevalencia de la violencia sexual entre parejas. Aunado a esto, en el año 2005 la Suprema Corte de Justicia reconoció por fin la violación entre cónyuges como un delito.

Aunque estos esfuerzos van en la dirección correcta, todavía se busca proteger mucho al hombre (e incluso al hombre ya catalogado como perpetrador) en la gran mayoría de los países y particularmente en América Latina.

Los estudios en relación con las estadísticas de violencia sexual han aumentado significativamente en la última década; sin embargo, más de la mitad de los estudios realizados provienen de Brasil y México (y son, de nuevo, centrados en la mujer y no en las razones que tienen las parejas para agredirlas); el resto de los países latinoamericanos siguen sin implementar suficientes estudios para conocer la realidad de la problemática. Estos análisis ayudan a conocer la gravedad del problema y la percepción de la violencia por parte de la mujer latina, pero poco hacen por erradicarla.

Adicionalmente, se intenta hablar poco de la multitud de consecuencias que el abuso sexual trae a la mujer. Se habla de daño físico, sí; pero se debe ahondar en el daño psicológico, en las enfermedades de transmisión sexual, en los embarazos no deseados, en agresiones físicas que incluyen complicaciones ginecológicas o infecciones, fibromas, irritación genital, dolor pélvico crónico, sin mencionar las heridas emocionales.

En general, el abuso sexual en la pareja es un tema que va cobrando protagonismo, pero falta mucho por investigar, apoyar y promover. Existen organizaciones y movimientos tales como #YoDigoNoMás, que se enfocan en brindar apoyo a las víctimas de abuso sexual, y de hacerles ver que no están solas; que entre más gente se una y decida alzar la voz, mayor impacto tendrá su esfuerzo para erradicar esta situación.

Tu puedes hacer parte del cambio, súmate a este movimiento en nombre propio o de cientos de victimas que no han logrado encontrar su voz para pronunciarse en contra de este flagelo.

Encuentra las múltiples opciones que tenemos para unirse al movimiento y hacer que tu voz se escuche