Prevención del abuso sexual infantil
La campaña Mídete promueve el derecho a vivir una infancia y adolescencia sin violencias
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¿Qué es el abuso sexual?
El abuso sexual infantil está mediado por una relación desigual de poder, que implica a un niño, niña o adolescente como víctima y a una persona adulta o coetánea como agresora. Se trata de un problema social, de salud y de violación de los derechos de la niñez. Afecta, especialmente, el derecho a decidir sobre su cuerpo y sexualidad; el derecho a que sea respetada la privacidad e intimidad y el derecho a vivir libre de violencias.
Entre las prácticas de abuso sexual infantil más frecuentes están:
- Exhibir los genitales delante de niñas, niños o adolescentes con el fin de excitarse sexualmente.
- Observar a niñas, niños o adolescentes cuando están vistiéndose, desvistiéndose o cuando están en el baño.
- Tocar, besar y acariciar con fines sexuales a niñas, niños o adolescentes.
- Realizar insinuaciones verbales con contenido sexual reiterado.
- Forzarles a ver imágenes o películas pornográficas.
- Propiciar y obligar a niñas, niños o adolescentes a la realización de prácticas sexuales.
- Utilizar a niñas, niños o adolescentes en la comercialización o explotación sexual, prostitución infantil o pornografía.
No existe un perfil de la persona agresora (puede ser una adulta o no; del entorno familiar o cercano, incluso, alguien desconocido). Las estrategias que utilizan pueden incluir la fuerza física, la presión psicológica, el engaño, el empleo de sobornos, regalos y exigirles guardar secretos.
¿Qué hacer para evitar estas situaciones?
Es esencial promover el autoconocimiento de los niños, niñas y adolescentes, del cuerpo y sus distintas partes, incluyendo las privadas; que sepan nombrarlas de manera adecuada.
Les ayudará saber distinguir los tipos de caricias, las emociones y sentimientos que provocan: vergüenza, alegría, angustia, temor, agrado, desagrado y placer. En la medida que reconozcan aquellas cuestiones que son placenteras, podrán evitar las que les generan displacer.
También deben reconocer la diferencia entre los secretos “buenos” (producen alegría y se guardan para darle una sorpresa a alguien o agradarle) y los “malos” (causan malestar, inquietud, miedo, culpa, y no se deben guardar).
Brindarles seguridad en sí mismos, en sí mismas y animarles a decir ¡NO! cuando algo les desagrade, les genere malestar y no lo deseen, son medidas para evitar situaciones que les puedan exponer a la violencia.
Es importante ampliar el conocimiento de sus derechos y el desarrollo de habilidades para hacerlos valer y tomar decisiones responsables con relación a su salud sexual y su bienestar general, teniendo en cuenta el nivel de madurez y las capacidades que posean.
La comunicación es otro elemento central para abordar tanto los temas relativos a la sexualidad, como otros relacionados con la cotidianidad del niño y la niña. Crear un clima de confianza para aclarar sus preocupaciones sin temor a represalias y hacerles saber que pueden recurrir a personas de confianza (madres, padres, otros familiares, docentes, personal médico, trabajadores sociales…) en caso de que lo necesiten, les preparará para buscar ayuda.
Mídete ante el abuso sexual infantil
Evalúa tus prácticas para prevenir y responder ante el abuso sexual infantil. Otorga un punto a cada respuesta positiva:
-Prestas atención a las señales que identificas en el niño, niña o adolescentes a tu cuidado, que puedan indicar malestar o que algo no está bien.
-Asumes pautas de crianza no sexistas, para evitar comportamientos, roles y estereotipos tradicionales, que sostienen las inequidades y violencias basadas en género.
-Respetas a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos y procuras que puedan conocer y hacer valer sus derechos.
-Reconoces los mitos que existen en torno a la violencia sexual (por ejemplo, que quien abusa está enfermo o es una persona desconocida; que los niños no son abusados sexualmente; que si la familia conoce un caso de violencia sexual de inmediato lo denuncia…) y tratas de deconstruirlos.
-Propicias un clima de confianza y buena comunicación habitualmente con la niña, el niño o adolescente a tu cargo. Le escuchas activamente, mostrando interés por lo que relata y sin interrumpirle.
-Le aclaras sus dudas o temores y le haces saber que siempre puede contar contigo.
-Consideras importante hablar con niñas, niños y adolescentes sobre las partes del cuerpo (incluso las íntimas) y de la sexualidad.
-Le ofreces herramientas para una comunicación asertiva, de modo que puedan decir no a una proposición que les genera desagrado, malestar y miedo.
-Evitas revictimizar o hacer sentir culpable al niño, niña o adolescente de lo sucedido.
-Ayudas a reforzar la autoestima de la víctima frente a sentimientos de minusvalía, la estigmatización o pérdida.
-En dependencia de la situación sugieres la ruta a seguir o realizas la denuncia del caso de abuso sexual. También puedes recomendar acudir a servicios profesionales (de salud, jurídicos, psicológicos).
¡Revisa ahora tus respuestas!
- Educo, amo y convives sin violencia: felicidades si lograste sumar 10 u 11 puntos, es una señal de que contribuyes a prevenir y actuar ante el abuso sexual infantil.
- Tengo que hacer ajustes: si tu cuenta está entre 5 y 9 puntos valora qué debes incorporar en tus prácticas cotidianas educativas o de crianza para cerrarle el paso a la violencia sexual.
- Tengo que medirme: si la suma es igual o menor a 5 puntos repasa cada una de las recomendaciones que compartimos y anímate a hacer los ajustes necesarios para que puedas brindarle mayor seguridad y protección ante el abuso sexual infantil a las niñas, niños o adolescentes de tu entorno.
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