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El Valle de los Reyes en el Antiguo Egipto: faraones, tumbas y misterios

El Valle de los Reyes, una región de Egipto llena de historia, misticismo y culto. Un espacio funerario del Antiguo Egipto que albergó las tumbas de faraones y la alta nobleza egipcia. Un lugar vinculado al Más Allá, donde se puede contemplar la evolución y trasformación de las tumbas milenarias de los reyes egipcios.

El Valle de los Reyes en el Antiguo Egipto: faraones, tumbas y misterios (Juan Antonio Martínez)

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Durante 500 años y tres dinastías (XVIII, XIX y XX), el Valle de los Reyes fue el lugar de enterramiento de los reyes de Egipto desde Tuthmosis I, con la única excepción de Akhenaton y su familia. Sobre la entrada del valle se eleva la montaña más elevada de la cordillera occidental, el cerro de Qurna, cuya silueta se asemeja a la forma de una pirámide tradicional. Se encuentra a unos cinco kilómetros del Nilo en la desértica cordillera occidental, justo enfrente de la antigua ciudad de Tebas, la capital del país durante este período. Rodeado de grandes acantilados, oculto de las vistas desde la orilla del Nilo, el valle es relativamente pequeño y fácil de proteger

Las tumbas reales fueron excavadas en la roca, ocultas en un lugar apartado por la necesidad de mantenerlas en secreto y protegerlas. En él, por primera vez, se construyeron las tumbas donde se enterraba el rey independientemente de los templos funerarios donde se realizaba el culto funerario diario.

Su emplazamiento, en la margen izquierda (oeste) del Nilo, tenía un fuerte carácter simbólico, ya que los egipcios consideraban la orilla oeste el umbral entre esta vida y el Más Allá, relacionando la puesta de sol con el inframundo. De hecho, todas las necrópolis menfitas del Reino Antiguo también se encuentran en la orilla occidental del Nilo.

El proceso de creación de tumbas en el Valle de los Reyes

A la llegada al trono de un nuevo rey, este encomendaba al arquitecto real (un funcionario de su confianza) el proyecto de su tumba; era el encargado de elegir el emplazamiento de esta, que era aprobada por el rey. Dos ejemplos de planificación de tumbas son los planos de las tumbas KV2, de Ramsés IV (Papiro Turín 1885), y KV6, de Ramsés IX (Ostracón Cairo 25184).

Los trabajos de construcción se encomendaban a los habitantes de Deir el-Medina, un poblado situado a las afueras del valle, donde vivían los constructores organizados por oficios y cerca del que, también, construyeron sus propias tumbas.

Muchas tumbas nunca se llegaron a terminar por completo, algo que nos permite conocer las diferentes fases de su construcción y de su decoración. Los trabajos comenzaban excavando en bruto un estrecho túnel preliminar. Los constructores cortaban laboriosamente la piedra atravesando diferentes estratos de caliza, hasta crear los espacios interiores donde, por lo general, predominan las formas simples. En los espacios más amplios, las futuras cámaras, los trabajos avanzaban frontalmente a todo lo ancho de la obra. El vaciado se realizaba excavando túneles secundarios a izquierda y derecha y manteniendo intacta la roca en los lugares donde iban situados los futuros pilares.

Zona occidental del valle. Foto: AGE

Zona occidental del valle. Foto: AGE

Solo se presentaban problemas cuando se topaban con grandes nódulos de sílex (piedra de extrema dureza) o capas de esquisto (roca fracturada). En el primer caso, a veces, los constructores no tenían más remedio que desviar el eje de la tumba. En el segundo, debido a la probabilidad de derrumbe, en algunos casos hasta tuvieron que abandonar la obra.

El acabado final de las paredes y los techos se obtenía utilizando cinceles de cobre o de bronce hasta obtener planos con superficies lisas. En los corredores, los techos se inclinaban, paralelos a la pendiente de las rampas o las escaleras. En las cámaras, los suelos y los techos eran paralelos entre sí, planos y horizontales. Los pilares, de sección cuadrada, con dimensiones de 2x2 codos (un codo, la unidad de longitud de los antiguos egipcios, equivale a 52,3 centímetros,), se distribuían equidistantes entre sí y con las paredes de las cámaras.

Para finalizar, una vez que paredes y pilares se tallaban y pulían convenientemente, se aplicaba una capa de yeso que servía de base para las pinturas murales que las decoraban. Debido a la falta de visibilidad, los obreros utilizaban lámparas consistentes en cuencos cerámicos con mechas de lino untadas en aceite o grasa, empleando sal para evitar que humearan y dañaran la tumba.

Trazado y medición precisa para el descanso eterno de los faraones

En el techo del túnel preliminar se marcaba una línea auxiliar, que servía como eje de la tumba, sobre la que se señalaba la longitud de los distintos espacios, y que servía para trasladar los anchos de los mismos, simétricamente, a un lado y al otro del eje.

Para el replanteo y comprobación de la obra, emplearon distintos tipos de escuadras de madera y plomadas con las que trazaban los ángulos de las esquinas y comprobaban su exactitud. Por ejemplo, podemos observar un caso así en la tumba TT1, de Sennedjem, situada en Deir el-Medina: entre los objetos encontrados destacan una plomada, una escuadra y una escuadra de nivelación.

Para llevar a buen término el diseño previsto desde su origen, se ayudaban de croquis llenos de detalles constructivos. En el Valle de los Reyes se han encontrado muchos dibujos arquitectónicos sobre ostraca que muestran detalles de obra incluyendo medidas. Por ejemplo, en un croquis de la planta de una cámara con cuatro pilares (concretamente, la Ostracon MB 41228) se establecen las distancias concretas entre pilares, y entre pilares y muros, y la longitud total del ancho y el largo de la cámara.

Mapa de Tebas Oeste. Foto: ASC

Mapa de Tebas Oeste. Foto: ASC

Descubriendo las primeras tumbas faraónicas

Las tumbas reales de la Dinastía XVIII (tutmósidas) fueron excavadas en lugares inaccesibles, al pie de los acantilados, donde las entradas quedaban bien ocultas. La necesidad de guardar el secreto de la tumba se expresa en una inscripción autobiográfica del arquitecto Ineni, encontrada en su tumba (TT81), cuando, al referirse a la tumba de su rey, decía: “(…) yo presencié cómo se excavó en la roca la tumba de su majestad (Tuthmosis I), en la soledad en la roca, nadie lo vio, nadie lo oyó”.

Muchas de las tumbas tutmósidas permanecieron ocultas hasta finales del siglo XIX y principios del XX, ya que, con el tiempo, las entradas se cubrían por los escombros que caían desde lo alto de los acantilados, arrastrados por fuertes tormentas.

Probablemente, la primera tumba del valle fue la tumba KV20 (Tuthmosis I y Hatshepsut), que cuenta con un largo corredor descendente, de más de 200 metros de longitud, que va serpenteando a lo largo de su recorrido hasta llegar a la cámara funeraria, excavada en las profundidades.

Más evolucionada que la anterior, la tumba KV34 (Tuthmosis III) tiene la planta en forma de L, algo que se utilizará en las siguientes tumbas. El acceso se realiza descendiendo por una escalera de gran pendiente. Sobre un primer eje, se dispone un estrecho corredor, compuesto por varios tramos alternos de rampas y escaleras, que desciende desde el acceso a la tumba hasta la cámara del pozo. Esta cámara conecta con una cámara de forma trapezoidal, con dos pilares, donde el eje de la tumba gira hacia la izquierda. Sobre un segundo eje, desde esta cámara, arranca una escalera que desciende directamente hasta la del sarcófago, también con dos pilares, situada en un nivel más profundo. 

La forma rectangular y con las esquinas redondeadas de esta cámara recuerda a la de un cartucho real (empleados en la escritura jeroglífica, son la representación esquemática de una cuerda anudada que rodea el nombre del faraón). Este diseño tiene un fuerte carácter simbólico: mientras que el eje superior permite la entrada de luz, y tiene un marcado simbolismo solar, el eje inferior permanece en la oscuridad, lo que guarda estrecha relación con el inframundo y la muerte.

Las tumbas KV35 (Amenhotep II), KV43 (Tuthmosis IV) y KV22 (Amenhotep III), aunque con ligeras modificaciones, siguen este mismo esquema arquitectónico presentando el típico eje acodado que caracteriza a las tumbas tutmósidas. En todas ellas, los corredores y los distintos espacios se distribuyen a lo largo de dos ejes longitudinales dispuestos a 90º. Ahora bien, las tumbas de Tuthmosis IV y de Amenhotep III cuentan con una antecámara que precede a la cámara funeraria donde vuelve a cambiar por tercera vez la dirección de los ejes de la tumba: la primera (KV43) hacia la izquierda y la segunda (KV22) hacia la derecha. Todo un laberinto.

Exploración de los Espacios Principales en el Valle de los Reyes

Entre las salas más destacadas de una tumba sobresalen varias. La cámara del pozo, que debe su nombre al contar con un gran pozo vertical, generalmente tiene en su nivel inferior una cámara anexa. Aunque este pozo tenía funciones de protección, probablemente pudiera tener un significado simbólico. De hecho, después de realizarse el entierro, el acceso desde esta cámara al resto de la tumba se sellaba con un muro de adobe o de piedra que se revestía de yeso y se decoraba con pinturas, como las paredes laterales contiguas, con el fin de hacer creer que la tumba terminaba en esta primera cámara.

Esquema de la tumba de Tutmosis III. Foto: ASC

Esquema de la tumba de Tutmosis III. Foto: ASC

En cuanto a la sala de pilares, se trataba de la cámara situada justo después de la cámara del pozo. Tenía una planta rectangular orientada a 90º respecto a la dirección del primer eje de la tumba. El techo estaba sostenido por dos pilares cuadrados que la dividían en dos naves. Desde la nave lateral izquierda, partía un corredor descendente que seguía la dirección del segundo eje de la tumba directamente hacia la cámara funeraria.

La cámara funeraria, bastante más amplia, era el lugar más importante de la tumba. Su techo estaba sostenido por seis pilares que la dividían en tres naves. A su vez, el suelo de la sala presenta dos niveles diferentes, ya que la parte posterior, reservada para alojar el sarcófago, se excavaba a mayor profundidad. A esta zona se descendía mediante una escalera situada entre los dos últimos pilares de la cámara. Contaba con cuatro pequeñas cámaras excavadas en las paredes laterales donde se alojaban las ofrendas y el ajuar funerario.

Dinastías faraónicas y evolución de las tumbas

Dos tumbas indican las novedades: la del último rey de la Dinastía XVIII, KV57 (Horemheb), sigue el mismo esquema de las tumbas anteriores aunque con la importante novedad de que, ahora, los ejes de la tumba ya no se disponen a 90º, sino en la misma dirección, pero desplazados entre sí. El cambio en el trazado de las tumbas podría deberse a que, con la adopción de un esquema lineal, estas ocupaban menos espacio, algo que debía de ser escaso en el valle tras varias generaciones construyendo tumbas.

A comienzos de la Dinastía XIX, la tumba KV17 (Seti I) repite la misma disposición en planta, con dos ejes paralelos entre sí, pero ligeramente desplazados el uno del otro. El diseño de los espacios de esta tumba presenta dos importantes novedades. En primer lugar, la sala de pilares tiene forma cuadrada (en lugar de rectangular) y su techo está sostenido por cuatro pilares (en lugar de dos). Y en segundo lugar, el techo de la zona donde se situaba el sarcófago, por primera vez, se talla con forma abovedada (en lugar de ser plano), con lo que se logra una mayor altura.

El legado de los faraones Ramsés en las tumbas del Valle de los Reyes

Estas se construyeron en zonas más llanas, próximas al centro del valle. Durante la Dinastía XX, los constructores excavaban en el exterior un pasillo que llevaba hasta la entrada (ahora con unas dimensiones monumentales). Al ser más visibles, estas tumbas fueron de las primeras en ser descubiertas. A partir de este momento, el esquema arquitectónico se simplifica, de manera que los corredores y los distintos espacios se disponen simétricamente, a lo largo de un solo eje rectilíneo, que es característico de las tumbas ramésidas.

Tumba del Valle de los Reyes, descubierta en 2006 y con una cronología parecida a la de Tutankhamon. Foto: GETTY

Tumba del Valle de los Reyes, descubierta en 2006 y con una cronología parecida a la de Tutankhamon. Foto: GETTY

Las tumbas KV7 (Ramsés II), KV8 (Merenptah), KV11 (Ramsés III) y KV9 (Ramsés V y VI) siguen este esquema arquitectónico. Sin embargo, no existe ningún diseño unificado completamente vinculante. Por ejemplo, en la tumba de Ramsés II, el primer corredor, la sala de pilares y el segundo corredor se disponen siguiendo un solo eje de simetría pero, al llegar a la antecámara, el eje de la tumba gira a la derecha, para disponer la cámara funeraria ortogonal al primero, recordando el eje doblado típico de las tumbas tutmósidas. Y, además, por ejemplo, en la tumba de Ramsés III, durante su construcción, justo antes de llegar hasta la cámara del pozo, se invadió la tumba vecina, la KV10, lo que obligó a desplazar ligeramente el eje de la tumba para continuar siguiendo un eje paralelo al inicial, que recuerda el esquema de las tumbas KV57 y KV17.

Las tumbas van evolucionando de menor a mayor tamaño. La excavación se adentraba cada vez más en el interior de la montaña, aumentando la superficie y el volumen de la tumba. Por ejemplo, las dimensiones de los corredores se amplían progresivamente tanto en anchura como en altura, evolucionando desde una altura inicial de unos dos metros, en las tumbas tutmósidas, hasta una altura de unos cuatro metros en las últimas tumbas ramésidas. Igualmente, la pendiente va disminuyendo progresivamente hasta que, ya durante la segunda mitad de la Dinastía XX, muchos de sus tramos son horizontales. 

A partir de ese momento, los peldaños de las escaleras fueron divididos en dos tramos por una rampa central (KV11, KV7 y KV8). Sin embargo, debido a que las escaleras se tallaban en una fase final de los trabajos, en algunas tumbas inacabadas fueron sustituidas por rampas.

Cada tramo del corredor conducía a una puerta que servía de acceso al tramo siguiente. Los huecos de las puertas (dintel y jambas) se tallaban directamente en la roca, aunque a veces se eliminaban para facilitar el paso del sarcófago (cada vez de mayor tamaño), como en la tumba KV8, donde fueron reemplazados posteriormente por bloques de piedra arenisca.

Evolución de los espacios principales en el Valle de los Reyes

La cámara del pozo sigue siendo parte del esquema aunque, a partir de ahora, ya no se excava ningún pozo funerario, con la excepción de la tumba de Ramsés III.

La sala de los pilares, a partir de este momento, tiene forma cuadrada en lugar de rectangular, y es de mayor tamaño que en las tumbas anteriores. El techo está sostenido por cuatro pilares, en lugar de dos, dispuestos simétricamente en torno al eje de la tumba. Esto permite que la escalera por la que se accede al resto de la tumba se excave sobre el eje de la misma.

La cámara funeraria, por su parte, también aumenta ahora de tamaño respecto a las tumbas anteriores. Ahora, el techo está sostenido por ocho soportes, en lugar de los seis indicados en las tumbas anteriores, distribuidos en dos líneas de cuatro pilares que se disponen ortogonalmente al segundo eje de la tumba, situando la zona reservada para el sarcófago, en la parte central, de mayor altura.

Detalle de los babuinos en la cámara funeraria de Tutankhamon, ubicada en el Valle de los Reyes, Luxor. Foto: GETTY

Detalle de los babuinos en la cámara funeraria de Tutankhamon, ubicada en el Valle de los Reyes, Luxor. Foto: GETTY

Decadencia del Valle de los Reyes: el declive de un lugar de descanso real

En general, los últimos reyes ramésidas tuvieron reinados muy breves, por lo que casi ninguna tumba de este período se terminó completamente. Por ejemplo, la muerte del rey, en la tumba KV1 (Ramsés VII), aconteció cuando la excavación comenzaba el cuarto tramo de su corredor, antes de llegar a la cámara del pozo, por lo que ensancharon el tercer tramo para adecuarlo como cámara funeraria. Y una de las últimas tumbas del valle, la tumba KV4 (Ramsés XI), que probablemente nunca fue utilizada, originalmente seguía el típico esquema arquitectónico de las tumbas ramésidas, pero a partir de la sala de los pilares (inacabada) el esquema se simplifica: se elimina la antecámara y se hace mucho más pequeña la cámara funeraria (también inacabada) donde se comenzaba a excavar un pozo.

En el año 1090 a.C., el “año de las hienas”, la economía del país se tambaleaba, la hambruna se apoderó de la misma Tebas, hubo incursiones enemigas desde el desierto y la corona no parecía poder mantener por mucho más tiempo el país unido. A partir de ese momento, 500 años después de la construcción de la primera tumba, el Valle de los Reyes ya no era un lugar tan seguro como antes, por lo que los faraones lo abandonaron

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