La participación de los niños y niñas en la investigación

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Las investigaciones participativas que involucran a niños y niñas como agentes activos, informados e informadores se han expandido rápidamente en las últimas dos décadas. Estas incluyen a los niños en la investigación y desarrollo de diferentes ámbitos sociales, como la educación, la salud y la legislación, y pueden empezar a abordar la ausencia de voces de niños y niñas en la investigación (Groundwater-Smith et al, 2014).

La participación de los jóvenes varía gradualmente entre la participación a nivel de consultantes, participantes o iniciadores. Esto provee oportunidades únicas, al igual que desafíos que un investigador tiene que considerar caso por caso para asegurar la eficiencia y ética de la investigación.

El niño o niña como participante activo 

Frente al enfoque en el bienestar de los niños de instrumentos previos de los derechos infantiles, como la Declaración de los derechos del niño de 1959, la Convención sobre los derechos del niño de 1989 (CDN) se enfoca en establecer al niño como titular activo e independiente de sus derechos (Office of the High Commissioner for Human Rights, 2007), lo cual incluye el enfoque en la autonomía cambiante de los niños (Committee on the Rights of the Child, 2009).  

El artículo 12 de la CDN ejemplifica de forma única este cambio, al establecer que los niños y niñas deben ser percibidos como participantes activos, “pensadores y estudiantes muy activos y constructivos” (Flavell, 1992) y “miembros activos de las familias, comunidades y sociedades, con sus propias preocupaciones, intereses y puntos de vista” (Groundwater-Smith et al, 2014).

En la investigación, este cambio puede caracterizarse por el reconocimiento de que los niños y niñas tienen la fortaleza y las habilidades necesarias para moldear su niñez (Horgan, 2016). Por tanto, las investigaciones participativas que involucran a los niños se pueden definir como “un proceso de investigación que involucra a los sujetos de la investigación en la toma de decisiones y el rumbo de la investigación” (Bourke, 2009). 

¿Cuándo y cómo participan los niños y niñas en la investigación?

La participación se considera más significativa si los niños que participan están involucrados en todas las etapas de la investigación. Las etapas principales de una investigación incluyen el diseño de la misma, la recolección de datos, la interpretación y el análisis, y la divulgación de los hallazgos. 

Diseño de la investigación  

La participación de los niños y niñas puede comenzar en el momento en que se diseña la investigación. Los niños pueden participar proporcionando la idea inicial de la investigación, encontrando las preguntas, métodos y procedimientos adecuados de recolección y análisis de la información necesaria, y definiendo el lenguaje de la investigación. 

Recolección de datos 

Los niños y niñas también pueden participar en el proceso de recopilar información que permita responder a las preguntas de la investigación y evaluar sus resultados. En esta etapa, los niños pueden recopilar información sobre el terreno de muchas formas, por ejemplo, realizando entrevistas y cuestionarios, dibujando, pintando, escribiendo, actuando, fotografiando, filmando, haciendo talleres, contando historias mediante software y herramientas digitales, y desarrollando mapas. (Larsson, 2018). 

Interpretación y análisis 

Los niños y niñas pueden participar en el proceso de asignar significado a la información recolectada y determinar las conclusiones de los hallazgos. En la actualidad, la participación de los niños en esta etapa de la investigación suele ser más bien simbólica, ya que rara vez se implementa (Flynn et al, 2015). 

Divulgación

Los niños también pueden participar en la divulgación de los hallazgos de la investigación, por ejemplo, involucrándose en un diálogo productivo sobre los hallazgos con los interesados para incrementar la conciencia local, nacional e internacional de los temas seleccionados (Van Blerk el al, 2007).

¿Hasta qué punto deberían participar en la investigación los niños y niñas?

Los niños y niñas pueden participar en investigaciones como fuente del conocimiento o, por otra parte, ser los productores de conocimiento (Broström, 2012). En la práctica, se pueden identificar varios grados entre estos dos niveles de participación. 

El niño o niña como fuente de conocimiento

Los niños pueden participar en la investigación como informantes simplemente al ser los sujetos de la investigación o estudio (Broström, 2012). En el papel del niño como fuente de conocimiento, la responsabilidad y poder recaen únicamente en las manos del investigador adulto, quien administra el proceso (UNICEF, 2002). Los niños pueden ser identificados como fuentes de conocimiento en diferentes grados:

Se escucha a los niños y jóvenes en la investigación: en este nivel, los niños y jóvenes deben tener la iniciativa de expresar sus puntos de vista para participar, y no se les incluye activamente en la investigación. Esta es la llamada participación simbólica (Larsson et al, 2018).

Se apoya que los niños expresen sus opiniones en la investigación: se toman medidas proactivas para proveer circunstancias apropiadas para la edad y seguras para animar a los niños a expresar sus puntos de vista. Se informa a los niños participantes acerca de la investigación y sus resultados, pero el efecto de su participación en la investigación no es del todo claro aún (Shier, 2001).

Se tiene en cuenta a los niños y jóvenes en el desarrollo de la investigación: la diferencia con el nivel anterior es que no solo se escucha e informa a los niños, sino que el investigador se asegura de que los niños y niñas entiendan el proceso de la investigación y de que sus opiniones se tomen en cuenta con seriedad con el propósito de influir en el resultado y hacer avanzar el proceso de investigación (Larsson et al, 2018).

El niño como productor de conocimiento 

En este caso, el niño desempeña un papel similar al de coinvestigador, puede iniciar proyectos y compartir el poder de la toma de decisiones (Broström, 2012). Este nivel incluye la disposición del investigador adulto a compartir ese poder, además de una “transición sucesiva del niño visto como asesor a una etapa donde obtiene una posición de poder” (Larsson et al, 2018). El papel del niño como productor de conocimiento puede dividirse en dos niveles: 

Los niños y los jóvenes están involucrados en el proceso de toma de decisiones de la investigación: el niño comparte el poder de la toma de decisiones con el investigador adulto, desarrollando el diseño y estrategia de la investigación, además de la metodología. Se puede describir al niño o niña como un “colaborador central” o “codiseñador”  (Larsson et al, 2018).   

Los niños y jóvenes comparten el poder y responsabilidad en la investigación: los niños y niñas pueden iniciar la investigación con una idea investigativa que es apoyada por un investigador adulto, o un proyecto de investigación iniciado por un adulto involucra a niños hasta tal punto que se puede considerar que comparten el poder y la responsabilidad en todos los aspectos de la investigación (Larsson et al, 2018). 

Beneficios y riesgos de la participación infantil en la investigación 

La juventud en la investigación es un problema perverso de por sí

La participación de los niños y niñas en la investigación puede ser descrita como un problema perverso. “Los problemas perversos son difíciles de definir, altamente complejos, multicausales, inestables, e incluyen una falta de soluciones o estrategias de mitigación claras” (Groundwater-Smith et al, 2014).

Las investigaciones participativas con niños se enfrentan a un conjunto de riesgos y beneficios únicos, ya que requieren un pensamiento transdisciplinario y un involucramiento activo de un investigador adulto. Esto significa que no hay ni una única solución ni una única aproximación o método que pueda aplicarse a todas las investigaciones que involucren niños para asegurar la participación efectiva de los niños en la investigación (Groundwater-Smith et al, 2014). 

Los beneficios de la participación de los niños en la investigación 

El involucramiento significativo de los niños puede tener beneficios para los niños y para la investigación. Por una parte, incrementa la validez de los datos y, por otra parte, los niños adquieren conocimientos y habilidades valiosas para su participación cultural y política. Los beneficios clave de la participación de los niños y niñas en la investigación son dobles y superan los riesgos si se garantiza cuidadosamente una participación significativa. 

En primer lugar, la participación de los niños y niñas en las investigaciones de problemas que les conciernen ayuda a contextualizar el problema que afecta a la juventud e incrementa la autenticidad del estudio, lo que da como resultado un conocimiento cimentado (Bastien et al, 2015). Involucrar a la juventud fortalece la base empírica de la investigación al incrementar la diversidad de perspectivas.

Con esto se destaca que, si bien los niños puede que no sean expertos absolutos en lo que concierne al problema, añaden una capa adicional esencial de conocimiento y perspectiva a la investigación. En términos de investigación inclusivos, esto también se denomina perspectiva “desde dentro” (Nind, 2014). Así pues, la investigación inclusiva permite desarrollar políticas, estrategias y procedimientos que se adaptan mejor a las necesidades y a la realidad de los niños y niñas. 

En segundo lugar, “cuando los niños están acostumbrados a dar su opinión y a estar involucrados en los cambios culturales, es ‘natural’ para ellos actuar de maneras a las que nos referimos como políticas”  (Broström, 2012). La participación del niño o niña en una investigación anima el desarrollo de habilidades y de una perspectiva crítica, con lo que adquieren conocimiento para ser agentes de cambio en sus comunidades, mejoran su confianza en sí mismos y aumenta su reconocimiento como parte activa de la sociedad. 

Mientras que la investigación participativa que involucra a los niños y niñas se ha desarrollado rápidamente en las últimas dos décadas, la participación infantil aún es simbólica en muchas etapas de la investigación. La naturaleza única de los desafíos investigativos requiere la máxima atención y autorreflexión por parte de los adultos involucrados en cada etapa del proceso investigativo para garantizar que la participación sea significativa y permita desarrollar todo el potencial de los beneficios que se obtienen al involucrar a los niños en la investigación, tanto para los niños en sí como para el resultado de la investigación. 

Los riesgos de la participación de los niños y niñas en la investigación 

La participación de niños en una investigación conlleva diferentes desafíos y riesgos. Hay tres desafíos principales: la relación de poder entre el adulto y el niño, la perspectiva de los adultos con respecto a los niños y la cuestión de la protección infantil.

El primer desafío tiene que ver con las relaciones de poder que existen entre adultos y niños investigadores, y la habilidad del investigador para diseñar e involucrarse en investigaciones con una participación efectiva para lograr un resultado significativo. Una pregunta central concerniente a esta relación es cómo pasar de una participación simbólica a una participación auténtica (Bastien et al, 2015).

Este problema se ve exacerbado por la falta de guías de buenas prácticas a nivel conceptual y procesual, lo que requiere que los investigadores adultos, que son quienes se ocupan de darles una voz a los niños, piensen cuidadosamente y autocríticamente en cómo abordar estos desequilibrios de poder. Mientras que los adultos suelen desempeñar el papel de guardianes, posicionando y seleccionando jóvenes y niños en una investigación para proteger el bienestar de los niños vulnerables, esta posición a menudo se usa para controlar el proceso y los resultados de la investigación (Bastien et al, 2015). 

Otro desafío es la interpretación sesgada y desarrollada por el adulto acerca de los datos de los niños. Como se ha mencionado previamente, la participación de los niños y niñas en esta fase es un símbolo, y esta fase suele estar guiada por un investigador adulto experto (Flynn et al, 2015). Esto conlleva el riesgo de malinterpretar los datos recolectados de y por los niños a través de los ojos de un adulto, incluyendo el sesgo del adulto (Bastien et al, 2015). De manera que la perspectiva del adulto puede cambiar la esencia central y el significado de los datos de los niños. 

El último desafío clave concierne a la protección y bienestar infantil al poner la carga de la investigación en los niños. Involucrar a los niños en una investigación implica usar el tiempo de los niños y, a menudo, presionar a los niños, ya que puede que ellos no se den cuenta del todo de cuánto se requiere de ellos al participar en un estudio (Broström, 2012). Estos desafíos resaltan la importancia de las consideraciones éticas en todas las etapas de la investigación. Estas consideraciones incluyen una serie de factores, tales como el consentimiento de los padres, el consentimiento informado del niño y las expectativas del investigador adulto, así como el plazo y la flexibilidad de la investigación.

En Humanium buscamos involucrar a los niños y niñas en el proceso de investigación desde una etapa temprana, escuchando sus necesidades, problemas y deseos. Los niños y niñas de todas las edades aspiran a participar activamente en un mundo que está totalmente dirigido por los adultos.

No cabe duda de que las investigaciones participativas apoyan el futuro desarrollo de los niños y niñas, y constituyen un paso importante hacia una vida adulta educada. La búsqueda de una educación de calidad y de la participación de los niños es uno de los valores centrales de la metodología de Humanium, que les ayuda a alzar su voz en las investigaciones para un futuro mejor y más digno. 

Escrito por Alexander Weihrauch

Traducido por Juliana Parra Soacha 

Revisado por Laura Ibarrola

Bibliografía: 

Bastien & Holmarsdottir (2015), “Growing up global – towards the critical engagement of youth and youth voices in research to address global wicked problems”, in: Bastien, Sheri & Holmarsdottir, Halla B. (2015) “Youth ‘At the Margins’ Critical Perspective and Experiences of Engaging Youth in Research Worldwide”, p. 1-19.

Bourke, P. E. (2009) “Professional development and teacher aides in inclusive education contexts: where to from here?”, International Journal of Inclusive Education, 13:8, 817-827,

Broström, S. (September 2012), Children’s participation in research, International Journal of Early Years Education

Flynn, C. & Saunders, V. (2015), “Research with Children of Prisoners: Methodological Considerations for Bringing Youth in from the Margins” in: Bastien, Sheri & Holmarsdottir, Halla B. (2015) “Youth ‘At the Margins’ Critical Perspective and Experiences of Engaging Youth in Research Worldwide”, p. 219- 240. 

Groundwater-Smith, S., Dockett, S. & Bottrell, D. (2014), “Introduction: Agruing the Case for Participatory Research with Children and Young People” in: Groundwater-Smith, Susan, Dockett, Sue & Bottrell, Dorothy (2015), “Participatory Research with Children and Young People”.  

Horgan, D. (May 2016), Child participatory research methods: Attempts to go deeper.

Larsson et al (2018), “Children and young people’s participation in developing interventions in health and well-being: a scoping review”, BMC Health Services Research.

Nind, M. (2014) «Inclusive research under fire: Criticisms and defences – What is inclusive research?” London: Bloomsbury Academic, 67–82. Bloomsbury Collections.

Shier H. (2001), “Pathways to participation: openings, opportunities and obligations”, Child Soc.;15(2):107–17.

UNICEF Evaluation Office (April 2002), Children Participating in Research, Monitoring and Evaluation (M&E) – Ethics and Your Responsibilities as a Manager, Evaluation Technical Notes No. 1.

van Blerk L & Ansell N (2007) “Participatory feedback and dissemination with and for children: reflections from research with young migrants in Southern Africa” Children’s Geographies 5(3) 313-324.