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La pandemia redujo la producción de plástico, pero el costo medioambiental sigue siendo alto

La asociación europea de productores de plástico PlasticsEurope, aseguró que la producción mundial de plástico retrocedió un 0,3 por ciento en 2020 a raíz de la pandemia de coronavirus. El hecho se ha registrado solamente tres veces desde la Segunda Guerra Mundial.

Una botella de plástico flota en el mar Adriático de la isla Mljet, Croacia. Archivo.
Una botella de plástico flota en el mar Adriático de la isla Mljet, Croacia. Archivo. © Antonio Bronic / Reuters
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La cifra es alentadora, pero no deja de ser preocupante. Según Eric Quenet, director de la asociación europea de productores de plástico PlasticsEurope, el planeta produjo “367 millones de toneladas de plástico en 2020, frente a los 368 millones de toneladas en 2019”.

Los otros dos retrocesos en la producción de plástico a nivel mundial fueron en 1973, con la crisis petrolera, y en 2008, con la crisis de las hipotecas subprime.

Durante la actual crisis sanitaria, Quenet asegura que “se ha hablado mucho de un alza del consumo de plástico médico", y es evidente, con el aumento del uso de guantes y caretas en plástico, así como las mascarillas. Muchos de estos residuos han llegado al mar, “pero el plástico médico sólo representa del 1,5 a 2 por ciento de los volúmenes totales de plástico”, dice el director de PlasticsEurope.

A raíz de la crisis sanitaria por Covid-19, Europa tuvo un retroceso del 5,1 por ciento en la producción mundial de plástico. En 2020, el Viejo Continente fabricó 55 millones de toneladas de plásticos nuevos.

En América del Norte, el volumen de plástico aumentó en una década (70 millones de toneladas en 2020 frente a los 53 millones de toneladas en 2010), pero el porcentaje de la producción mundial se mantuvo en el 19 por ciento en 2020 (en 2010 era del 20 por ciento).

Si nos vamos a China, la producción de plástico se incrementó un 1 por ciento en 2020, según la asociación. Y en América Latina, las cifras apenas variaron del 5 por ciento en 2010 al 4 por ciento en 2020.

Para Marco Lambertini, director General de WWF-International, “el plástico no es intrínsecamente dañino. Es un invento creado por el hombre que ha generado importantes beneficios para la sociedad. Desafortunadamente, la forma en que las industrias y los gobiernos se han ocupado del plástico y la forma en que la sociedad lo ha convertido en una comodidad desechable de un solo uso ha convertido esta innovación en un desastre ambiental global”.

Cuando el plástico incomoda

Para muchos, las calles de su pueblo o ciudad se convierten en un basurero porque les importa más deshacerse rápidamente de un residuo plástico que de guardarlo hasta encontrar un bote de basura.

Esta acción tan simple es apenas un ejemplo de lo que no se debe hacer en el lugar donde se vive, o donde se convive con otras personas. Y cuando se habla del planeta que compartimos, el problema toma otra magnitud, cuando las grandes industrias productoras de objetos en plástico se convierten en ese gran monstruo que fabrica y vende, para que nosotros consumamos y botemos. Pero, esta vez, no es la calle el basurero, sino los mares y océanos.

Según un estudio publicado en la revista Nature Sustainability, en promedio, el 80 por ciento de los objetos encontrados en los mares son de plástico, especialmente bolsas, botellas, envases de comida, cubiertos y envoltorios: “la mayor proporción de plástico está en las aguas superficiales, seguida de las costas, mientras que los lechos de los ríos muestran el menor porcentaje de estos objetos”, dice el artículo.

En otro estudio liderado por científicos de la Universidad de Cádiz (UCA), en España, aseguran que, de 11 países analizados en Europa, es Turquía (nación euroasiática) el mayor emisor de basuras al mar, seguido de Italia, Reino Unido, España y Grecia.

“Nuestros resultados demuestran que los países que supuestamente cuentan con las mejores estrategias de gestión de residuos no son capaces de impedir que los plásticos lleguen a sus cursos de agua y mares", afirma Daniel González de la UCA.

Y si el plástico en el mar preocupa a los ecologistas y activistas medioambientales, también lo debe ser el negocio de la chatarra. Desde que China renunció a importar residuos generados en el extranjero en 2018, Rumanía y Bulgaria se convirtieron, junto a Turquía, en los vertederos de los residuos que se generan en los países ricos de la Unión Europea (UE).

“Los tratantes de residuos han encontrado en Europa del Este un mercado para la basura de Europa Occidental”, aseguró el comisario Cristian Coje, de la Guardia Medioambiental rumana, citado por EFE.

Desde lavadoras, televisores, hasta teléfonos móviles y piezas de coches en plástico que provienen de empresas son quemados al aire libre y esto termina contaminando los cielos de Europa del Este. El negocio es rentable para esas naciones, pues, los traficantes que transportan la basura ofrecen librarse de ella por menos dinero del que pagarían por depositarla en plantas de reciclaje de sus países.

Con EFE, Reuters y medios locales

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