En muchas ocasiones los medios de comunicación juegan un papel fundamental en cómo vemos el mundo. Estos llaman a sus programas a tertulianos para que comenten los temas de actualidad. Estos tertulianos necesitan siempre sacar nuevos temas y términos; a veces eligen los más morbosos y provocadores, para que les sigan llamando y así seguir cobrando. Estos días estamos viendo como muchos de estos tertulianos han vuelto a sacar un debate morboso con consecuencias muy negativas para la convivencia: “vuelven las guerras de religiones”.

En nuestras escuelas coinciden alumnado y familias de religiones distintas. Si se creen y hacen caso a estos tertulianos, se generarán conflictos entre ellas, y será difícil la convivencia. Imaginemos por un momento un patio del recreo en el que pensemos que existe una guerra contra la comunidad religiosa de mi compañero. O la puerta del colegio donde todas las familias se reúnen antes y después de clase. 

Si existe una guerra entre religiones irrefrenable no se puede explicar cómo cientos de mujeres israelíes y palestinas se han manifestado recientemente por la paz. No nos hemos estancado en la Edad Media. Queda muy lejos la época de las guerras de religión y se han realizado muchos avances en diálogo interreligioso, tanto en las comunidades de base como a nivel institucional. Todas las organizaciones internacionales y la comunidad científica proponen que se fomente ese diálogo interreligioso. Pero los tertulianos necesitan negar que existe, o bien decir que únicamente es un acto de “buenismo” que no tiene nada que ver con la situación real de conflicto. 

Hay muchos pronunciamientos conjuntos de diferentes religiones a favor de la convivencia. El próximo fin de semana, por ejemplo, se celebra en Barcelona un año más la “Noche de las Religiones”, bajo el subtítulo de “Convicciones y creencias en diálogo”, que cuenta con la participación de 48 centros de culto y entidades de diferentes convicciones. 

Las religiones, por sí mismas, no causan las guerras. Se trata de conflictos políticos e ideológicos movidos por personas que usan la religión para sus intereses. Pero encontramos también ejemplos donde los valores religiosos han movido a las personas a hacer actos de amor y solidaridad muy profundos. 

Tener esto presente y fomentar un discurso alternativo al de los tertulianos en nuestras escuelas puede marcar la diferencia en la convivencia actual, pero también en la futura.

[Imagen: Freepik]

Por Ana Burgués

Profesora de la Universidad de Granada. Miembro de la Red MeToo Universidad.