1er Domingo del Tiempo de la Creación 

Septiembre 3, 2023 | 22avo Domingo del Tiempo Ordinario

ESCRITURA
Jeremiah 20:7-9
Ps. 63:2, 3-4, 5-6, 8-9
Romans 12:1-2
Matthew 16:21-27

1er Domingo del Tiempo de la Creación. El Evangelio. En los impactos cada vez más destructivos del cambio climático y la degradación ecológica que afecta a tantos, ¿podría la Tierra tratar de mostrarnos lo que Jesús estaba tratando de decirles a sus discípulos? ¿Qué viene un aumento de sufrimiento e incluso la muerte? ¿Qué en ese sufrimiento y muerte, las acciones pecaminosas de la comunidad humana están siendo revelados? ¿Qué se está arrojando la luz sobre las conversiones tan desesperadamente necesarias y los caminos de redención y sanación están todavía abiertos ante nosotros?

A pesar de la experiencia personal del empeoramiento de tormentas, incendios, sequías, inundaciones, y olas de calor, a pesar de las advertencias cada vez más perturbadoras del consenso global de científicos que estudian lo que está sucediendo en la Tierra, demasiadas personas siguen las suposiciones y mentalidad de Pedro: “No, no podría suceder. La Tierra es demasiado vasta… Dios no permitirá que pase… Es falso…” 

Para algunos esto es implemente el resultado de falta de imaginación o información. Para otros puede ser el resultado de desinformación y el giro del mercadeo. Para otros, puede provenir de la falta de voluntad para enfrentar la verdad y de abrazar las conversiones ecológicas, el estilo de vida, y cambios de políticas que se necesitan con tanta urgencia. Aún para otros, proviene de valorar ganancias más que de cuidar nuestro hogar común.

Pero, lo que Jesús dice a Pedro encaja aquí. ¡Piensa como piensa Dios! Dios nos deja ver lo que está pasando en toda su cruel brutalidad. Ver la verdad debería liberarnos para actuar, para cambiar, para encontrar formas para evitar el sufrimiento y la destrucción que se avecinan, formas de sanar la Tierra. Mostrarnos la verdad es la invitación de Dios para “aquellos que tienen ojos para ver” para ayudar a crear un mundo más parecido a Dios, saludable, sostenible, no violento y amoroso. 

Llevar este mensaje profético al mundo contemporáneo con demasiada frecuencia encuentra la resistencia que expresa la lectura de Jeremías. Mientras más vemos y advertimos contra las amenazas urgentes y destructivas del cambio climático para la vida en la Tierra, más nos tachan de extremistas. Cuanto más aprendemos de las fuerzas violentas que destruyen el planeta y advertimos de ellas, más abrumadoras pueden parecer las amenazas, tanto para nosotros como para aquellos a quienes nos acercamos. Los informes del Grupo ntergubernamental sobre el Cambio Climático revelan como el empeoramiento de las amenazas afecta prácticamente a todas las dimensiones de la vida y puede provocar la destrucción de la vida tal como la conocemos. 

La negativa de las personas a escuchar o tomar las advertencias lo suficientemente en serio despierta frustración, temor, rabia, y desaliento. La amarga queja de Jeremías puede arder dentro de los frustrados profetas ambientales de hoy. 

Por esa misma razón, el salmo responsorial, Salmo 63:2-6, 8-9, ofrece un balance crucial a la desesperación de Jeremías. Su enfoque en el poder y la gloria de Dios revelada en la creación nos devuelve al alimento contemplativo que puede restaurar nuestra gratitud y asombro, renovar la esperanza, confianza, y la alegría en la obra sanadora y redentora de Dios en y a través de la creación.

Finalmente, la advertencia de San Pablo a los Romanos habla directamente de estas crisis de nuestro tiempo: 

No se conformen a esta época sino transfórmense por la renovación de sus mentes. Para que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que agrada, y lo Perfecto.

Esta era ha adoptado la políticas económicas violentas que promueven y apoyan el constante crecimiento en este planeta limitado, ignorando la incapacidad de la Tierra para reponer recursos vitales lo suficientemente rápido como para mantenerse al día con sobreproducción y sobreconsumo, y fallando en solidaridad con los miles de millones de personas que lo ecesitan desesperadamente a nivel mundial.

En este Mensaje por el Día Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación en 2023, el Papa Francisco escribió: “Escuchemos nuestro llamado a apoyar a las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a la guerra sin sentido en contra de la creación. Los efectos de esta guerra pueden verse en los muchos ríos que se están secando. Benedicto XVI observó una vez que: “los desiertos externos en el mundo están creciendo, porque los desiertos internos se han vuelto vastos”. [2] La codicia consumista, alimentada por corazones egoístas, están interrumpiendo el ciclo del agua del planeta. La quema desenfrenada de combustibles fósiles y la destrucción de los bosques están elevando las temperaturas y provocando sequías masivas. La alarmante escasez de agua afecta cada vez más a las pequeñas comunidades rurales y a las grandes metrópolis. Además, las industrias depredadoras están agotando y contaminando nuestras fuentes de agua dulce a través de prácticas extremas como la fracturación hidráulica para la extracción de petróleo y gas, los proyectos de megaminería sin control, y la cría intensiva de animales. “Hermana Agua”, en las palabras de San Francisco de Asís, es saqueada y convertida en “una mercancía sujeta a las leyes del mercado”. (Laudato Si’, 30).

El Papa Francisco continúa instándonos a “contribuir al poderoso río de la justicia y la paz en este Tiempo de la Creación… resolviendo transformar nuestros corazones, nuestro estilo de vida, y políticas públicas que rigen nuestras sociedades”. Y advierte: “Las políticas económicas que promueven la riqueza escandalosa para unos cuantos privilegiados y condiciones degradantes para muchos otros, significan el fin de la paz y la justicia”. 

¿De qué manera podemos transformar nuestros corazones para cuidar más efectivamente de la creación? ¿Cómo deben cambiar nuestras actitudes y nuestras esperanzas sobre la riqueza y el consumismo para nosotros y para los demás para que la vida de nuestro planeta sea más justa y sostenible para todos? ¿Qué podemos hacer ahora? ¿En los próximos meses? 

¿De qué manera podemos cambiar nuestros estilos de vida para cuidar más eficazmente la creación? ¿Qué cambios cotidianos pueden reducir la cultura de descarte que el Papa Francisco condena? ¿Qué cambios en la forma que vivimos afectarán la demanda de los consumidores y reducirán la sobreproducción? 

¿De qué manera las políticas públicas en nuestra sociedad contribuyen a la sobreproducción y al consumo excesivo, la desigualdad, la opresión, el racismo económico, u otras formas de degradación ecológica? ¿Qué grupos o comunidades están trabajando para cambiarlas? ¿Qué estrategias no violentas pueden provocar el cambio profundo que es necesario? ¿Qué podemos hacer para ayudar en el trabajo de justicia política?

Reflexiones de Fe

¿Estás entre los que creen que Dios crea todas las cosas, y celebra todas las cosas?

¿Estás entre los que creen en Dios que ha dado la Tierra como un santuario, un planeta sagrado lleno de la presencia de Dios, como un hogar para que compartamos con todos los miembros de la familia de la Tierra? 

¿Estás entre los que creen en Jesús, Dios hecho carne y sangre, una parte humana de la Tierra, que vivió sin violencia, respiró y habló entre nosotros, sufrió, y murió en la cruz por todos los seres humanos y toda la creación?

¿Estás entre los que creen en Jesús, el Cristo resucitado, que está en el corazón de la creación, reconciliando todas las cosas con Dios, renovando toda la creación sin violencia, y llenando el universo?

¿Estás entre aquellos que creen que el Espíritu Santo que renueva la vida en la creación, gime en empatía con una creación sufriente, y espera, trabajando con nosotros, por el renacimiento de la creación?

¿Estás entre los que creen que con Cristo resucitaremos y con Cristo celebraremos una nueva creación? 

Esta es nuestra fe. A través de ella vemos la revelación de Dios emergiendo de nuevas maneras entre nosotros. A través de ella abrazamos la promesa de que nuestros anhelos espirituales más profundos se cumplirán a través del Espíritu en los siglos venideros. Amén