EL SÁNDWICH QUE NO SABÍA MAL: Una defensa del triángulo amoroso en Inuyasha

Detesto los triángulos amorosos. En serio. Los odio como pocas cosas en la vida porque manejan muy mal a los personajes involucrados en el lío, su desarrollo, sus inseguridades, los celos, el rechazo y la aceptación de no ser correspondidos. Sin embargo, soy consciente de que hay excepciones. Pocas, pero las hay.

Puedo contar con los dedos de la mano las series que han incluido triángulos amorosos y que han sido utilizados muy bien, como catalizador de la historia y como punto de quiebre para profundizar a sus personajes, hacerlos más interesantes y relatables. Inuyasha es la n°1.

No se valora el mérito que tiene este anime al haber presentado tres lados de un triángulo completamente diferentes: humanos, complejos, inseguros y, más importante, reflexivos. Inuyasha, Kikyo y Kagome son muy conscientes de lo que hacen, lo que dicen y lo que sienten.

Para poder sustentar mejor mi punto, creo conveniente ahondar en cada uno de ellos por separado y explicar sus perspectivas, sus decisiones y sus dinámicas, empezando por el protagonista y quien le da nombre al anime.

Inuyasha es un híbrido, mitad demonio y mitad humano, y eso fue suficiente para excluirlo de ambos mundos. Ese ostracismo desencadenó un comportamiento impulsivo, agresivo y desconfiado que emperó después de la muerte de sus padres porque se quedó completamente solo. Hasta que conoció a Kikyo.

Al inicio todo fue terrible. Inuyasha quería robarle la perla de Shikon para convertirse en un demonio completo, pero fallaba en cada intento. Poco a poco, Kikyo llamó su atención como algo más que una sacerdotisa y después de salvar a su hermana, Kaede, se hicieron más cercanos. Eventualmente, Inuyasha y Kikyo se enamoraron y pensaron en un futuro juntos, utilizando la Perla para hacerlo humano y una vez que ésta desapareciera, el deber de protegerla de Kikyo también. Ambos serían libres para vivir una vida tranquila y ordinaria.

Pero su sueño se truncó cuando Naraku los engañó haciéndoles creer que se habían traicionado el uno al otro. Kikyo selló a Inuyasha con una flecha sagrada y por las heridas que tenía, terminó muriendo. Es así como empieza la historia.

50 años después, Kagome, la reencarnación de Kikyo, se transporta al pasado y despierta a Inuyasha de su letargo, quitándole la flecha y liberándolo. Inuyasha, resentido por creer que la persona que amaba lo traicionó, regresó a ser la persona que era y dirigió toda su rabia contra Kagome. En poco tiempo, Inuyasha logró separar el recuerdo de Kikyo de la persona que era Kagome porque, ojo, aunque compartían la misma alma eran totalmente diferentes e Inuyasha lo sabía porque, con excepción del día en el que la conoció, nunca las confundió.

En su travesía por recuperar los fragmentos de Shikon, comienza a crecer el afecto entre ellos y si la vida fuese fácil, el curso natural de las cosas y el paso del tiempo harían inevitable que se enamoren. Pero entonces, Kikyo es resucitada por una bruja y el infierno se desata.

Dos cosas que muchas personas pasan por alto durante todo el drama que esto desencadena son que 1) aunque la historia repite constantemente que han pasado 50 años desde que Naraku les tendió la trampa, para Inuyasha solamente pasó un día y sus sentimientos por Kikyo siguen muy latentes. Y 2) precisamente porque aún la ama y se siente culpable por no haberla protegido de Naraku, Inuyasha no puede renunciar a ella porque considera que le estaría fallando de nuevo. Quiere salvarla y evitar que continúe peleando. Inuyasha tiene miedo de perderla otra vez. 

Para ese punto de la historia no sería una mentira decir que no está enamorado de Kagome, pero sí ha desarrollado sentimientos fuertes hacia ella. No porque sea la reencarnación de Kikyo, sino por cómo es. En ningún momento la ve como un reemplazo del amor que perdió. Pero esos sentimientos nacientes no le impiden darse cuenta que elegir a Kikyo es doloroso para Kagome. Él sabe que no puede pedirle que se quede a su lado porque sería egoísta y desconsiderado de su parte. Tomó una decisión y va a seguirla hasta el final.

Esto me parece algo destacable porque no es el típico accionar de ese protagonista que está en medio del sándwich de amor e indecisión. Eligió a A, pero también quiere a B y le dice “te necesito” o “eres importante para mí” para mantenerle a su lado, aunque sabe que le duele. Esto no significa que Inuyasha ha madurado mágicamente de un episodio a otro. Sigue siendo imprudente, colérico e impaciente, pero al menos una de sus dos neuronas funciona cuando se trata de los sentimientos de Kagome y Kikyo. Está enamorado, pero no es imbécil. Al menos no siempre.

Sin embargo, progresivamente el intenso amor que sentía por Kikyo va desvaneciéndose. La quiere, claro que sí y siempre la querrá porque ha dejado una huella imborrable en su corazón, pero deja de ser su prioridad y lo más importante en su vida. Si las circunstancias hubiesen sido distintas, habrían llegado a ser felices. Pero el escenario fue diferente y aún así ambos logran obtener el cierre que merecen y necesitan y Kikyo se convierte en un recuerdo agridulce para Inuyasha, aunque no lo hace para su público.

El fandom de Inuyasha descarta y critica con excesiva cizaña a Kikyo (lo que personalmente considero un crimen) porque creen que se está metiendo en la relación entre Inuyasha y Kagome (y porque es difícil, pero no imposible librarse de la misoginia interiorizada), pero no se detienen a analizar al personaje y el impacto que ha tenido en la vida de Inuyasha (y en la historia en general porque es un personaje clave).

Kikyo fue la primera persona, literalmente la primera, que no lo trató como un indeseable solamente por ser un híbrido. También lo ayudó a cambiar para mejor e hizo que se diera cuenta que podía llegar a tener un hogar entre el mundo de los humanos y que podía amar y ser amado. Después de la supuesta traición, Kagome con el apoyo de Miroku, Sango y Shippo le recordaron que aún podía tener eso.

Por supuesto, Kikyo es algo más que el primer amor del protagonista. El que Kikyo no se haya unido al grupo principal, aunque Inuyasha la hubiera elegido en un inicio, permitió que pudiéramos presenciar más facetas suyas y es una lástima que no se aprecie su complejidad.

Kikyo era la sacerdotisa más poderosa de su época, así que era la mejor opción para ser la guardiana de la Perla. Pero esto implicaba sacrificios. No podía permitirse mostrar vulnerabilidad porque eso abriría una brecha para que criaturas maliciosas pudieran quitársela. Vivió siempre pensando en su deber: proteger humanos, exorcizar demonios y cuidar de la Perla. Eso no significaba que no ansiase una vida tranquila y ordinaria como el de otras personas. La aspiración secreta de Kikyo era ser como cualquier otra mujer.

Pero Inuyasha lo cambió todo. Kikyo no se enamoró de él porque, en sus intentos por robarle la Perla, se convirtió en una figura constante en su vida. Lo hizo porque él la trató como una persona. Por primera vez, alguien veía más allá de la poderosa sacerdotisa que era.

Aunque sus backgrounds fueran diferentes, Kikyo e Inuyasha se entendían porque veían en el otro esa soledad que experimentaron toda su vida y a través de pequeños, pero significativos detalles, Kikyo se enamoró de Inuyasha y reconoció que el amor que él le profesaba era sincero. Pero ese amor fue su sentencia. Kikyo bajaba la guardia cuando estaba con Inuyasha y Naraku aprovechó ese instante de vulnerabilidad para destruir los planes que tenían juntos y la confianza que habían construido. Transformándose en ambos para engañarlos, Naraku le hizo creer a Kikyo que Inuyasha la engañó todo el tiempo para arrebatarle la Perla y a Inuyasha que la única intención que ella tenía era burlarse de él.

Kikyo murió convencida de que el primer hombre con el que se había permitido abrirse la había traicionado y ese rencor y dolor que sintió por él regresó junto con ella cuando fue resucitada. Volver a la vida fue abrumador para Kikyo porque estaba profundamente confundida y así como sucedió con Inuyasha, no experimentó el transcurso de los años y esos sentimientos que la embargaban eran tan intensos como en el día que murió. Kikyo odiaba tanto a Inuyasha que quería matarlo, pero al mismo tiempo lo amaba con tal vehemencia que deseaba morir con él.

Kikyo resentía su supuesta traición, pero aborrecía más pensar que Inuyasha la había reemplazado por Kagome y no en una, sino en dos ocasiones la había escogido por encima de ella. Parecía que lo que experimentaron no significó nada para él y volver a la vida se sentía cruel.

Solo pónganse en su lugar por un segundo. Un día estás enamorada y planeas con él vuestro futuro, al siguiente ocurre una traición y eso te lleva a tu muerte, y otro día despiertas y ves al hombre que te mintió aparentemente enamorado de otra mujer. Una pesadilla en tres actos. Pero además de los caóticos sentimientos que experimentaba hacia Inuyasha, también tenía que lidiar con los conflictos referentes a sí misma. Kikyo no estaba ni viva ni muerta. Era un cadáver andante hecho de huesos y barro que debía alimentarse de almas para no desaparecer.

Gran parte de su recorrido en el transcurso de la historia aborda sus reflexiones sobre su propia existencia, su papel en la batalla ahora que no tiene la obligación de proteger la Perla y su desolación por su propia muerte y todo lo que trajo consigo. Incluso después de descubrir que Inuyasha no la había traicionado y todo había sido orquestado por Naraku, Kikyo no podía permanecer a su lado porque sentía que ya no le correspondía. Kikyo había perdido su lugar en este mundo y había perdido al hombre que amaba, pero no podía detenerse en lamentaciones porque, aunque ya no era su trabajo custodiar a la Perla, ahora tenía una misión más importante: derrotar a Naraku aprovechándose de la debilidad que su parte humana aún sentía por ella y eso requería que trabajase sola.

Naturalmente, eso germinó en resentimiento hacia Naraku por razones obvias y hacia Kagome también. Kikyo la envidiaba porque ella representaba todo lo que era cuando estaba viva (una sacerdotisa poderosa que debía velar por la Perla) y porque ahora era ella quien tenía a Inuyasha a su lado.

En un inicio, Kikyo es abiertamente hostil hacia Kagome, la menospreció más de una vez e incluso llegó a admitir que no le importaba si moría siempre y cuando no le sucediese nada a Inuyasha. Hay que señalar, por supuesto, que la aversión era mutua.

Me gustaría hacer un paréntesis aquí para destacar que la relación entre Kagome y Kikyo es mucho más compleja que la que ambas tienen con Inuyasha y por eso mismo me parece extremadamente interesante.

Kagome le tiene miedo a Kikyo porque su primer encuentro es poco favorecedor y los siguientes no suponen una mejora. Y es muy consciente de que, aunque sea su reencarnación, no es tan poderosa como Kikyo y eso la pone en desventaja. Hace que se sienta indefensa e inútil. Pero el miedo que experimenta se convierte en odio cuando descubre que Inuyasha está enamorado de Kikyo y, aunque la defiende de ella, la excusa y la busca constantemente. Kagome supo desde el principio que Inuyasha no podía renunciar a Kikyo.

Pero saberlo no es lo mismo que experimentarlo y ver cómo él había decidido escoger a Kikyo por amor, por culpa y por temor la destrozó y tuvo que tomarse un tiempo a solas para decidir qué hacer. Le dolía saber que Inuyasha seguía enamorado de Kikyo, pero no quería alejarse de él.

Muchas personas pueden sentirse divididas en este punto porque creen que lo mejor era que Kagome corte por lo sano y lo deje ir. Esto evidentemente no era conveniente para la trama, así que aplaudo cómo se llegó a esa resolución. Quedarse fue total y enteramente su decisión. Inuyasha no trató de convencerla para que se quede ni la manipuló diciéndole lo mucho que la necesitaba, no solo en su vida, sino en la búsqueda de los fragmentos de Shikon. Kagome se quedó porque así lo quiso. Me gusta pensar que su personaje tuvo agencia en lo que respecta a su vida amorosa.

Pero esa decisión no cayó en saco roto. Tuvo repercusiones en su relación con Inuyasha, aunque más importante creo yo es que repercutió en su desarrollo como personaje. El resentimiento que Kagome sentía por Kikyo permitió conocer más a fondo a la persona que realmente era.

Desde el principio de la historia, se estableció que Kagome tenía un corazón puro y eso permitía que pudiese mantener a la Perla de Shikon libre de influencias negativas que pudieran contaminarla. Y es cierto. Kagome es atenta, benévola y considerada, pero también es humana. Nunca le prohibió a Inuyasha ver a Kikyo, incluso si no le agradaba la idea porque sabía que era importante para él y que aún se amaban; sin embargo, se ponía irascible cuando se encontraban y se desquitaba con Inuyasha, aunque era más que consciente de lo incoherente de su accionar.

Los celos que le produce Kikyo logran sacar sus deseos y pensamientos más oscuros. Se siente contenta y aliviada al creer que Kikyo ha muerto y se horroriza al instante al darse cuenta de lo ruin que puede ser. Esto también se utiliza para desarrollar a su personaje y en un episodio lo abordan de forma clara y le dan una resolución apropiada: tener malos pensamientos no te hace mala persona. Es normal que en tu momento más bajo puedas pensar y desear cosas horribles. Eso no te define.

Kagome acepta que no es perfecta y la complejidad de los sentimientos humanos hacen que resienta profundamente a Kikyo, aunque sabe que no debería. Por supuesto, es una adolescente y es muy inmadura todavía, así que le resulta complicado lidiar con la situación apropiadamente. Pero aprendió a hacerlo. Kikyo y ella lo hicieron juntas porque se vieron obligadas a trabajar en equipo lejos de otros personajes en más de una ocasión, no para salvar a Inuyasha, el hombre que ambas amaban, sino para salvarse mutuamente.

Tomó mucho tiempo, fue incómodo, peligroso y complicado, pero lo lograron. Los celos, el resentimiento y la animadversión que sentían la una por la otra fueron reemplazos por un respeto sincero y un entendimiento mutuo que nada tenía que ver con sus sentimientos por Inuyasha.

Kikyo e Inuyasha se despiden con un beso y Kikyo y Kagome se despiden en paz. El triángulo amoroso se rompe después de haber conducido a sus tres personajes por un largo camino lleno de altibajos para llevarlos a un final extrañamente satisfactorio para todos.

Inuyasha, Kikyo y Kagome tenían encima estos elementos (traiciones, celos y reencarnaciones) que pudieron haberlos llevado a un desastre seguro y salieron airosos. Y si me preguntan a mí, ese es un mérito que no deberíamos ignorar porque ayudó a hacer la serie tan icónica. Takahashi Rumiko aprovechó el romance en su obra al máximo, lo utilizó como una pieza fundamental en lugar de un accesorio irrelevante y lo exploró de todas las formas posibles.

Al final del día, no todos los triángulos amorosos son malos, pero el triángulo amoroso en Inuyasha se mantiene en lo alto del podio como uno de los más ambiciosos y mejor construidos que haya tenido el placer de ver. Y agradezco todos los días por eso.


Subido originalmente en este hilo en mi cuenta de Twitter el 10 de octubre del 2020.

7 comentarios en “EL SÁNDWICH QUE NO SABÍA MAL: Una defensa del triángulo amoroso en Inuyasha

  1. Ros dijo:

    Estoy de acuerdo contigo. No solo eso, a la gente convenientemente se le olvida que hasta el final, Inuyasha no tenía una relación amorosa, la veía como amiga y conforme fue pasando el tiempo se fue enamorando pero nada más. Aome penso en el como novio pero realmente jamás hablaron de eso, no hubo promesas ni compromisos. NO HABÍA RELACIÓN AMOROSA ENTRE ELLOS. Viendo desde ese lado, Inuyasha jamás le fue infiel a nadie. Aome solo sentía celos e irá, pero también sentía una traición injustificada.

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  2. Belena dijo:

    bueno, youtube me reprodujo sólo futari no kimochi. Me puse a buscar imagenes de Kikyo y me apareció este fantástico blog, y ahora no va a quedar otra que volver a ver por vez mil inuyasha ❤

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  3. Fer dijo:

    Holi, me encanto tu reflexión sobre estos tres personajes increíbles, pero hay algo que me roba la calma y necesito consultar, Inuyasha realmente ama a Kagome? O no la ama y solo se conformo?

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  4. Sil dijo:

    Hola! Concuerdo con lo que escribiste sobre este triangulo y también odio los triángulos amorosos sin sentido!!! especialmente aquellos donde el tercero en discordia no quiere aceptar que su amor no es correspondido y retiene al protagonista con sentimientos de lastima/culpa y sabiendo que no son amados (como Yuri de Bokura Ga Ita o Yiu Narumi de Ao Haru Ride ). No aportan nada a la historia y solo ayudan a extender los volúmenes y el drama :/

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    • Akiba dijo:

      ¡Ay, muchísimas gracias!

      Me alegra mucho que te haya gustado mi análisis sobre este anime y esta pareja. Desafortunadamente son pocos las entradas así (con la de Taichi y otro anime puntual) son las únicas que tengo. Lo demás son reseñas, tags y recomendaciones, pero espero producir más en un futuro.

      Gracias a ti por comentar 🙂

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